En 2005, Chile creó los tribunales de familia con el fin de proveer resoluciones adecuadas a los diferentes conflictos familiares. Fuentes propone identificar y caracterizar los problemas que aquejan a los jueces especializados en el cumplimiento de sus diversos roles, así como sus rasgos y potenciales causas.
El primer punto que resalta Fuentes es la tensa relación entre jueces y abogados de familia. Los primeros aparecen como déspotas, pues silencian la palabra del abogado y lo cohíben en su desempeño como defensor de los intereses de sus clientes. Por su parte, los abogados, tampoco tienen un ideal manejo de sus casos. Hacen un mal trabajo de representación de las partes, no aprovechan las audiencias, ni estudian bien sus casos. Esto compromete tanto los intereses legítimos de sus representados, como el mismo prestigio del sistema. Así pues, los abogados ineficientes fuerzan a los jueces a intervenir, abusando así de su poder para proveer una solución más justa.