Lo interesante del artículo es que puede llevarnos a otros análisis y reflexiones valiosas encaminadas a la “inconstitucionalidad de las actuaciones” de los magistrados de los Tribunales Constitucionales, debate que en Colombia tiene absoluta validez. Si las actuaciones de las personas se pueden llamar así – inconstitucionales– sería preciso preguntarse por qué alguien que está facultado para velar por el cumplimiento pleno y efectivo de los derechos fundamentales, de la coexistencia de diferentes valores y principios, encaminados al pluralismo y a la igualdad en los términos que conocemos, actúa en contravención de lo que defiende y para lo que fue escogido. De la pregunta del autor se pueden derivar otras igualmente complejas: ¿Qué coherencia se puede esperar de aquellas personas que facultamos para interpretar la Constitución? ¿Qué pasa y hasta dónde llega nuestra crítica cuando detrás del título de Magistrado existen personas que acceden a este cargo por vías dudosas, corruptas o ilegales? Cabe preguntarse cuál es la búsqueda real y sensata de aquel que ocupa una silla en ese tan alto tribunal, claro está, sin desmeritar todas las actuaciones por las que, al parecer, nos alegramos.