Cómo tomamos decisiones

“La idea de una autoridad democrática”, Marquisio, R. Revista de Montevideo, edición 40 (2016).
Por: Santiago Vernaza
En su artículo “La idea de una autoridad democrática”, el profesor Marquisio analiza las formas en las que se pueden tomar decisiones colectivas en una sociedad. La respuesta más común a este problema, hoy en día, es la democracia. El objetivo del autor en el artículo es delinear cuáles son los mínimos que debe cumplir un sistema democrático para tener autoridad. Esto lo hace en dos pasos: primero, problematiza la noción prevalente sobre democracia y luego analiza, desde el concepto de autoridad, qué requisitos mínimos debe tener un sistema democrático para tener autoridad.
La problematización de la democracia la hace de la siguiente forma. Primero, afirma que la idea más común es que la única forma de lograr que los intereses de los miembros de una sociedad se reflejen en las decisiones colectivas es que todos los individuos tengan la misma incidencia en estas decisiones. Esto es la democracia. Sin embargo, esta respuesta al problema de acción colectiva es problemática ya que solo permite analizar la calidad de las decisiones desde el procedimiento que se empleó para tomarlas. Si en el procedimiento se permitió a todos participar –directa o indirectamente, según sea el caso-, la decisión es democrática y por lo tanto buena. Esta forma de valorar las decisiones colectivas deja de lado otras muchas formas en las que estas decisiones se podrían analizar y, aún más relevante, que podrían traer consecuencias positivas para la sociedad.
En segundo lugar, afirma que a pesar de que hay un acuerdo mínimo sobre lo que es la democracia, no hay una definición completa. Por lo tanto, algunos consideran que es problemático plantear como ideal normativo algo que, finalmente, es desconocido.
En tercer lugar, Marquisio plantea que la democracia puede tener problemas con el concepto de autoridad, tal como él lo desarrolla. Primero, el autor distingue la autoridad tanto del simple poder –el uso de la fuerza para convencer- como de la deferencia, que es el seguimiento de una orden sin convicción moral sobre su contenido. Señala que, desde la visión liberal de sujeto responsable y racional, la única forma en la que una autoridad puede tener legitimidad es porque cumple un servicio –el de organizar decisiones colectivas entre muchos individuos. Por lo tanto, un sistema democrático debe sustentarse en razones que lleven a que la mayoría de sujetos consideren que deben cumplir una orden. Estas razones deben ser ajenas al contenido de la orden que se imparte, de lo contrario, la figura de autoridad sería innecesaria.
A continuación, el autor estudia cómo la democracia podría ser una fuente de autoridad. En este punto, Marquisio analiza una serie de posturas filosóficas sobre la autoridad del estado para volver a su pregunta inicial de forma más refinada: ¿de qué forma se puede lograr que los órdenes estatales sean legítimas, es decir, que el Estado sea una verdadera autoridad?
Planteado así el problema, se pregunta el autor ¿ de qué forma se puede lograr que las órdenes estatales sean legítimas?. Una vez más, la respuesta inicial parece ser la democracia. En este punto el autor introduce el concepto de “autoridad democrática”. El autor evalúa detalladamente las posibles críticas a este concepto y después de su análisis sobre estas posturas, concluye con cuatro premisas que cualquier democracia debe cumplir para tener autoridad. Primero, debe ser más que normas procedimentales. Segundo, el régimen democrático debe entenderse como un árbitro, encargado de resolver pacíficamente posiciones opuestas. Esto implica, en tercer lugar, que la premisa de la democracia no es el consenso. La premisa es el disenso autorizado; el valor moral es el respeto. Finalmente, asegura que la democracia debe pretender hacer que los individuos, como agentes morales autónomos, se responsabilicen de las decisiones colectivas que son tomadas en la sociedad a la que pertenecen. Así, la autoridad democrática “se trata de la autoridad que los agentes morales autónomos, motivados por una disposición a realizar acciones necesarias por las que son conjuntamente responsables, atribuyen a los procedimientos igualitarios de decisión que adjudican entre las propuestas confrontadas de acción colectiva.” (p.31)
Este artículo reflexiona sobre un tema muy relevante en el momento político actual. Por un lado, el acuerdo de paz puede ser visto como una búsqueda por lograr que un actor que disiente lo haga de forma no violenta; de alguna forma puede ser visto como una búsqueda de democracia. Por otro lado, de forma más concreta, hay posiciones diversas frente a la decisión política de convocar al plebiscito. ¿Era la forma adecuada de tomar esta decisión? La polarización que resultó de este ejercicio, el abstencionismo y las múltiples quejas sobre la desinformación a la hora de votar parecen indicar que no. Sin embargo, la ola de movilización ciudadana que resultó es muy positiva. ¡Queda mucho por pensar, escribir y experimentar!
Invito a todas las personas que leen el blog de UNA Revista de Derecho a leer el artículo de Marquisio y los demás artículos publicados en la Revista de Montevideo y también a que nos cuenten acerca de posibles artículos para reseñar (escríbanos a nuestro mail, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.).

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