Creo que esta propuesta permite pensar dos aspectos interesantes del derecho como lenguaje. Primero, como lo ha resaltado Crenshaw, el derecho es un lenguaje emancipador. Es un lenguaje que presupone la dignidad humana y el reconocimiento del otro. Además, tiene el poder simbólico suficiente para contrarrestar otros lenguajes, ya sean políticos, culturales o sociales, que no presuponen esta dignidad y muchas veces se la niegan a los individuos. Pero, y sobre este punto Ceriani debió explorar más, es un lenguaje que al utilizarlo también implica costos. Al igual que el lenguaje político, oculta y reduce los fenómenos, y transforma reclamos políticos en reclamos de derechos interpretables y discutibles. Usar el derecho implica también aceptar ciertos presupuestos del Estado liberal y la ideología que lo acompaña y, aceptar solo las respuestas a las que éste esté dispuesto a darnos. En fin, el derecho es un lenguaje que puede ser utilizado ideológicamente y que, también, oculta realidades complejas en diferentes conceptos e ideas que, sin duda, las simplifican.