El Sistema Distrital de Cuidado, busca “Contribuir a la igualdad de oportunidades para las mujeres a través de la implementación de un Sistema Distrital que asegure el acceso al cuidado con el fin de liberar y reducir el tiempo total de trabajo de las mujeres” [5] y centra su justificación en la distribución desigual entre hombres y mujeres en la provisión del cuidado cuya causa estructural es la división sexual del trabajo, según la cual se les asigna a las mujeres el ámbito doméstico y a los varones el trabajo remunerado de las “fábricas”.
En consecuencia, han desarrollado tres fines concretos: a) fortalecer y ampliar la oferta de servicios de cuidado para la atención a la población con mayores niveles de dependencia funcional, a través de la puesta en marcha de “Unidades Móviles” y “Manzanas de Cuidados”, permitiendo garantizar el acceso a servicios para quienes requieren cuidado, y para quienes cuidan, (las primeras de manera itinerante y las segundas de manera permanente); b) desarrollar una estrategia que valore y resignifique el trabajo de cuidado, implementando procesos de empoderamiento para cuidadoras y cuidadores; c) implementar una estrategia de cambio cultural y pedagógica en el Distrito, frente a la corresponsabilidad en la realización del trabajo de cuidado en los hogares y comunidades, a fin de redistribuir este trabajo entre hombres y mujeres, a través de talleres como “A Cuidar se Aprende” y “Reconstruyendo el Cuidado”. [6]
Ahora bien, en términos formales, esta iniciativa cumple con los lineamientos académicos y los estándares sobre derechos humanos entorno el cuidado. Sin embargo, se quiere en este espacio poner sobre la mesa algunas advertencias que se avizoran de la examinación del programa propuesto en el Plan de Desarrollo y en su publicación a través de su página web que nos permite analizar, grosso modo, la correspondencia entre lo plasmado en el papel y lo materializado en la realidad concreta.
Ahora bien, en términos formales, esta iniciativa cumple con los lineamientos académicos y los estándares sobre derechos humanos entorno el cuidado. Sin embargo, se quiere en este espacio poner sobre la mesa algunas advertencias que se avizoran de la examinación del programa propuesto en el Plan de Desarrollo y en su publicación a través de su página web que nos permite analizar, grosso modo, la correspondencia entre lo plasmado en el papel y lo materializado en la realidad concreta.
En ese sentido, se puede advertir en primera medida que, si bien en el Pan Distrital de Desarrollo se habla de un sistema de cuidados basado en una corresponsabilidad entre Estado, familia y mercado, lo cierto es que hasta ahora no se ha materializado esa triangulación. Sólo se evidencia la presencia del Estado y del sector privado por el auspicio en la prestación de unos servicios de cuidados, sin que ello involucre al mercado con medidas laborales contundentes que permitan la corresponsabilidad paterna como, por ejemplo, ampliación de las licencias a los varones para que ejerzan el cuidado, o la implementación de permisos parentales de mayor extensión; ello a su vez deja entredicho el carácter sistémico del programa pues lo que podemos observar es un conjunto de medidas incipientes y desarticuladas, donde no hay una clara imbricación entre políticas públicas, medidas laborales, medidas en el ámbito de la salud y en el ámbito económico; como tercera advertencia, esta iniciativa no conforma hasta ahora una oferta clara de servicios en cuanto a la provisión de cuidados. Tanto en el Plan de Desarrollo como en el sitio web del Sistema se habla de una prestación de servicios por la Unidades móviles y las Manzanas de Cuidado, pero en ningún momento se especifica qué tipo de servicios se prestan ni a cargo de quién están cada uno de ellos. Finalmente podríamos advertir que el impacto de esta iniciativa podría quedar reducido principalmente en la apuesta por una transformación cultural de las relaciones de género por medio de campañas de promoción de la corresponsabilidad, pues hasta ahora, los programas pedagógicos, formación de cuidadores (as) y “A Cuidar Se Aprende”, son los únicos que han sido expuestos con mayor definición, pero que prometen como mucho resultados retóricos. [7]
Este análisis nos permite concluir que los países de América Latina y el Caribe deben apostar por la construcción de sistemas integrales de cuidados que implique una articulación organizada de medidas de transferencia de dineros, de prestación de servicios, de prerrogativas laborales y de transformación cultural que apunten a la igualdad de género y en ese sentido a una nueva ciudadanía con igualdad de oportunidades. Ello sólo será posible si esta misma ciudadanía consciente de su derecho esté dispuesta a exigir que este le sea reconocido.