Sin embargo, la propuesta de Valdés no aborda el problema jurídico de fondo en la biomedicina: la relación entre la personalidad jurídica y la naturaleza humana. Nadie cuestiona que una persona, en su sentido tradicional, tenga derecho a no ser manipulada genéticamente de cualquier forma sin su consentimiento. La controversia surge en casos en los no es claro si el tratamiento se está realizando en un sujeto o un objeto de derecho. Este problema general se ve reflejado en los casos de manipulación genética en embriones. El autor toma como premisa que por persona debería entenderse todo ser humano. Por esto, la manipulación genética en embriones, dependiendo del “consentimiento previo e informado”, quedaría prohibida. Pero esta posición es controversial e incluso minoritaria en América Latina, por lo que la recepción de sus interesantes propuestas sería escasa. La reflexión sobre el rol del derecho en la biomedicina invita a abordar la discusión más general, más útil, y en mi opinión más interesante, sobre la naturaleza humana presupuesta en el derecho, que Valdés decide no abordar.