El artículo de Abramovich analiza el pluralismo jurídico global y las demandas contradictorias que impone a los Estados. En particular, analiza la tensión entre los regímenes que protegen los derechos humanos y los regímenes que regulan la protección de empresas privadas.
Abramovich explica que los Estados nacionales ya no sólo son responsables de dar un trato acorde con el régimen de derechos humanos a sus ciudadanos, sino también de asegurar que actores no estatales, como las empresas privadas, otorguen ese mismo trato. Es decir, sus funciones sociales se han ampliado considerablemente. Y, como el ámbito económico incide directamente en la garantía de derechos, los Estados deben intervenir en la economía para cumplir con sus funciones. No obstante, ese deber estatal, según Abramovich, está severamente obstaculizado por los regímenes internacionales de protección a empresas privadas, que emiten mandatos contrapuestos a la protección de derechos humanos. Para demostrar esta aseveración, el autor presenta tres ejemplos de la tensión entre estos regímenes.