El artículo cumple cabalmente con su propuesta. Efectivamente convence a quien lo lea de que la memoria es un concepto aún en construcción que requiere de aportes políticos, teóricos, culturales e institucionales. A lo largo del texto quedan expuestas las decisiones teóricas y políticas de Vera Lugo. Las dos más llamativas son: el estado, y el debate sobre la metodología de la memoria. El primer caso se refiere a la escritura del sustantivo Estado con minúscula, en respuesta a la convicción de que se halla aludiendo a las características “metafísicas” del estado, junto a las manifestaciones cotidianas del mismo. A diferencia del derecho, que ve al, y habla del, Estado como un ente monolítico, la antropología, en una tradición retomada por Vera Lugo, lo “desempaca”. El estado es visto como una serie de prácticas y creencias cotidianas concretas, susceptibles de producir efectos diversos en sus apropiaciones, y reapropiaciones, constantes.