Tomemos un ejemplo hipotético para entender la diferencia entre ambas figuras. X percibe una renta de $10’000 en un país con una tarifa de 20%, y decide hacer una donación a una entidad de $2’000. Si la donación se percibe como una deducción, la base gravable del impuesto a la renta se reduciría a $8’000, y tendría que pagar $1’600. Si la donación se concibe como un descuento, el impuesto a la renta a cargo del contribuyente sería $2,000, al cual se le descontaría el valor de la donación, haciendo que X no estuviera obligado a pagar ningún monto. Así, los descuentos benefician más al contribuyente que las deducciones. Frente a este punto, Colombia, antes de 2016, percibía las donaciones a las entidades sin ánimo de lucro (ESAL) como una deducción. Después de la reforma tributaria, les dio la calificación de un descuento, con lo cual se crea un fuerte incentivo tributario a estas entidades.